Dignidad humana

22.12.10

Navidad


Llegan las navidades una vez más. Para muchas personas es un tiempo de nostalgia y de recuerdos. Pienso que hay otra manera de enfocar esta época del año: Al ver la ingenuidad tradicional de las figuras de los nacimientos podemos olvidar que la Navidad es un gran sí a la vida humana, a la de cada uno hoy y ahora. Existen en la vida dificultades familiares, laborales o de salud que pueden ensombrecer las perspectivas. El mismo Belén es el episodio histórico de una Familia con problemas, pero también la realidad certera de una inmensa alegría. La Navidad no es tan sólo una mirada al pasado sino más bien una vigorosa fuente de luz, de ánimo y de seguridad para el presente y para el futuro.



José Ignacio Moreno Iturralde

18.12.10

Historia de una adopción: Steve Jobs habla en Standford

13.12.10

111.000 síes a la Vida

En 2009 se han efectuado 111.000 abortos, casi un 4% menos que en 1999, según ha señalado la ministra de Sanidad...y algunos se quedarán tan anchos.¿Cuántos cantantes y futbolistas hemos perdido?¿Cuántas biografías sencillas y estupendas se han quedado en la cuneta? La verdad es que a todas esas criaturas, en el seno de sus madres, no se les ha dejado nacer; aunque sea este un modo de hablar que nos resulte duro y de mal gusto. ¿Por qué no hay una mayor reacción social en defensa del niño no nacido? Quizás es que nos falte ilusión por la vida y por defender el valor de toda vida humana. Quisiera rebelarme contra esta situación y veo un modo positivo: Recordar 111.000 motivos para decir sí a cada hora de trabajo y de descanso, tener 111.000 razones para sacar adelante la propia vida, la familia y el país, e intentar decir 111.000 veces sí, con hechos, a la vida de todo semejante: nonato, adulto o anciano.


José Ignacio Moreno Iturralde

12.12.10

Prudencia

“La prudencia es la inteligente proa de nuestra esencia, que en medio de la multiplicidad de lo finito pone rumbo a la perfección”. Paul Claudel.


“La prudencia es la claridad de la decisión que ha resuelto hacer la verdad”. Joseph Pieper.

10.12.10

Jesús está en camino

La organización caritativa ChurchAds.net ha inundado Inglaterra con carteles en los que se ve un ultrasonido de quien sería el Niño Jesús para recordar que es el verdadero sentido de celebrar Navidad es conmemorar el nacimiento del Hijo de Dios.
El anuncio muestra los rasgos de un pequeño niño junto a la frase "He’s on His way" (Está en camino) y se estima que llegará a más de 40 millones de personas. Los responsables argumentan que quieren difundir el verdadero sentido y origen de la Navidad, utilizando la imagen de un niño Jesús tiempo antes de nacer.

8.12.10

Actitud

"Las personas no deben pensar tanto lo que han de hacer como lo que deben ser" (Eckhart).

6.12.10

Fecapa Sevilla llevará a la Fiscalía la campaña contra el Sida del PSOE por considerarla ofensiva para los católicos

Europa Press

La Federación Católica de Asociaciones de Madres y Padres de Sevilla (Fecapa) ha anunciado que la próxima semana denunciará ante la Fiscalía y que interpondrá, en su caso, una querella criminal contra los responsables de la campaña de Juventudes Socialistas con motivo de la celebración del Día Mundial del Sida por considerar que ésta, que lleva por lema 'Bendito condón que quitas el Sida del Mundo', es ofensiva para los sentimientos religiosos de la mayoría de la sociedad andaluza.

Para Fecapa, esta leyenda, que simula gráficamente una comunión en la que la sagrada forma es un preservativo, constituye un delito tipificado por el artículo 525 del Código Penal, según el cual, "incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen también públicamente, a quienes los profesan o practican".

Según explica la Federación de padres católicos de Sevilla, pese a que es "positiva" la sensibilización de la sociedad en la lucha contra el sida y contra otras enfermedades de transmisión sexual, este tipo de campañas "no pueden servir de excusa para atacar la confesión religiosa de una parte importante de los ciudadanos" y menos, recalca, de "motivo para su vejación". "Una vez más asistimos a un ataque a la religión católica a la que se le pretende ridiculizar por parte de un grupo o partido político", critica. El presidente de Fecapa Sevilla, Carlos Seco, insiste en un comunicado en que la "base fundamental" de una sociedad plural desde la óptica ideológica y religiosa es el respeto mutuo, por lo recomienda a "los responsables políticos de estos jóvenes" --en alusión a los dirigentes regionales del PSOE-A-- que les enseñen "los elementos básicos curriculares de Educación para la Ciudadanía, que son el respeto, la tolerancia y la convivencia".

1.12.10

Amor sin remordimiento

Una fantástica y divertida clase a jóvenes americanos sobre el sentido de la sexualidad y el amor humanos. Actualmente está en youtube en 6 partes. Merece la pena verlo. Pongo los enlaces:

1/6 http://www.youtube.com/watch?v=_HLZWd0hfz8&feature=related
2/6 http://www.youtube.com/watch?v=pIZGNlg9DAM&feature=related
3/6 http://www.youtube.com/watch?v=Ez_s9dMvPJY&feature=related
4/6 http://www.youtube.com/watch?v=tVlic6EzLQw&feature=related
5/6 http://www.youtube.com/watch?v=ZsJq83EcC_g&feature=related
6/6 http://www.youtube.com/watch?v=qWmvxUEnuDA&feature=related

Reflexión moral sobre la eutanasia

Rafael Termes. Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales Española. XII-95


Hace unos meses, Gregorio Peces Barba, en su habitual página de ABC, publicó, bajo el mismo título que encabeza estas líneas, un sorprendente artículo en defensa de la legalización de la eutanasia. Es sorprendente, en efecto, que un gran defensor de los derechos humanos como Gregorio Peces Barba ataque el más fundamental de tales derechos, que es el derecho a la vida, defendiendo el derecho a matar. Porque el lector que hubiera tenido la paciencia de llegar al final del artículo de Peces Barba a que me refiero, lo que sin duda sacó en limpio es que, en determinadas circunstancias, el Estado puede dejar de proteger el bien de la vida, o sea, hablando en plata, autorizar a un ciudadano para que asesine a otro ciudadano. Y eso, respetando a las personas que dicen lo contrario, no es éticamente correcto.

Los partidarios de la legalización del aborto y la eutanasia dicen que no es admisible la pretensión de extender a todos los ciudadanos lo que, según ellos, no son más que exigencias de la moral católica. No es así. Mi postura no parte del hecho de aceptar íntegramente, como acepto, el magisterio de la Iglesia Católica, sino que nace de algo interior y distinto, que atañe a todos los seres humanos; es decir, el respeto a la dignidad de la persona. Es en estos términos que pretendo responder a la reflexión del profesor Peces Barba.

Eutanasia, si bien etimológicamente significa “muerte buena” o “muerte dulce”, se emplea para designar cosas muy distintas. Puede significar “dejar morir dignamente” por contraposición al “encarnizamiento terapéutico”. Así entendida, la eutanasia sería éticamente correcta, ya que repugna a la dignidad de la persona empeñarse en prolongar artificialmente la vida con técnicas desproporcionadas; basta dejar obrar a la naturaleza, poniendo los cuidados necesarios para aliviar el dolor físico y moral del moribundo. Pero no cabe disfrazar la eutanasia con la capa de oposición al encarnizamiento cuando se pretende inducir deliberadamente la muerte mediante la supresión del sustento o la medicación normal adecuada; esta llamada “eutanasia pasiva” se identifica, por omisión, con la “eutanasia activa”, por comisión. Tal “eutanasia”, puede ser: 1. Voluntaria: enfermos, terminales o no, con lucidez mental, que solicitan que se les mate, para librarse de sufrimientos físicos o morales que consideran insoportables, y alguien intencionadamente los mata. Esta eutanasia, en el paciente se asimila al suicidio y en el agente equivale al homicidio por requerimiento. 2. No voluntaria: ancianos, incapacitados mentales y recién nacidos con alguna tara, que no pueden dar, o simplemente no dan, el consentimiento, y alguien los elimina con la pretendida intención de hacer un bien a ellos o a la sociedad. Se trata de homicidio por acuerdo, en contra de la voluntad del sujeto, o “interpretando” su voluntad. 3. Suicidio profesionalmente asistido. El individuo, enfermo o no, que, deseando acabar con su vida, solicita y obtiene la ayuda técnica para llevar a cabo su propósito,

Mi opinión es que ninguna de estas tres clases de eutanasia es éticamente correcta, porque, en sí, al margen de las responsabilidades subjetivas, el suicidio y el homicidio son siempre acciones intrínsecamente malas. Wittgenstein, a pesar de haber tenido en su vida momentos de perdición e indignidad en los que llegó a pensar en el suicidio, afirma que el suicidio –al que, en el mejor de los casos, se contrae la eutanasia- es la acción inmoral por antonomasia, pues en ella el hombre se reduce a la condición de objeto del instinto. Y Kant, al que Peces Barba recurre con frecuencia, juzga al suicida como un monstruo, negando que haya algún fin que justifique el suicidio. Yo no comparto, desde luego, el calificativo que Kant adjudica al suicida, porque pienso que el que llega a la decisión de quitarse la vida es digno de compasión. Pero comprender a la persona que incurre en un error no es lo mismo que justificar la acción errónea. Por lo tanto, entiendo que la despenalización de la eutanasia no es ética y menos lo es su legalización. La tolerancia del mal no puede llegar a lo que conculca los derechos fundamentales del hombre.

Lo que sucede es que los partidarios de la ética de la tercera persona, entre los que sitúo a Peces Barba, juzgan la moralidad de las acciones sólo por sus consecuencias externas, despreocupándose de lo que sucede en el agente; olvidan que cuando alguien, por ejemplo, roba hace un daño al robado, pero además se hace un daño a si mismo al convertirse en ladrón. De la misma forma el que mata, aunque sea a un no nacido o a un anciano, se hace a si mismo un homicida. Estos pensadores aceptan la eutanasia porque para ellos lo que importa son las constantes sociológicas empíricamente observables, es decir, no lo que debe ser, sino lo que es. Y suponen que hay, o habrá, una voluntad mayoritaria para sostener que la eutanasia es un bien para el hombre y que, por ello, hay que legalizarla. Pero la ley es un acto de la razón práctica, porque es propio de la razón –y no de la voluntad- ordenar al hombre al debido fin. Está claro que interviene la voluntad, pero la voluntad no es la causa eficiente de la ley, porque si así fuera el capricho podría convertirse en ley. El derecho a la vida, y su protección por el Estado, pertenece al orden del deber ser de los imperativos absolutos que son norma de la realidad y no la realidad – pura y simple- convertida en una constante. Si no hubiera un deber ser dado al hombre y no por él constituido, ninguna conducta humana –por ejemplo, el terrorismo de Estado-, ninguna estructura social, ningún régimen político podría ser condenado en nombre de la justicia. Todas las conductas serían válidas, si así se considera por un grupo social concreto.

El hombre tiene derechos, y derechos irrevocables, no porque se los haya otorgado una instancia política, que igual que se los da se los puede quitar; las declaraciones de los derechos humanos, en cuanto se refieren a los fundamentales, no son otra cosa que el reconocimiento se que estos derechos existen. Los derechos fundamentales del hombre derivan de su condición de persona. Entiéndase bien, no de la definición de persona que pueda hacer cualquier derecho positivo, sino del concepto antropológico y metafísico – que es lo que importa en las cuestiones morales – a que se refiere Boecio cuando dice que una persona es una sustancia individual de naturaleza racional. Por ello, los derechos fundamentales del hombre, y en primer lugar el derecho a la vida, que además es irrenunciable, se encuentra fuera del alcanza de la discusión humana. De aquí que, aunque todas las voluntades presentes en un Congreso – que no serían todas – aprueben la legalización de la eutanasia, esta ley por no ser racional no es, en términos filosóficos, verdadera ley. Y todo el mundo está legitimado, en términos éticos, a resistirla.

El argumento empleado por Peces Barba para defender la legalización de la eutanasia es que sólo merece ser protegida la vida digna, identificando vida digna con vida sana. Según él, cuando la salud se deteriora hasta una situación vegetativa, terminal o excesivamente penosa, la vida no merece ser protegida y cabe justificar la autorización por parte del Estado para su eliminación. Pero, ¿no sería, por lo menos, tan indigna la vida paupérrima? Entonces, ¿por qué no eliminar a todos los hambrientos del Tercer Mundo haciéndoles “un bien” a ellos y resolviendo de paso las preocupaciones que su hambre causa a los demás? Me temo que esta identificación de la vida digna con la salud y el bienestar, constituiría el inicio de una pendiente hacia concepciones de es índole racista, al estilo nazi, en las que la vida del más débil queda en manos del más fuerte.

Los partidarios de la eutanasia invocan como motivo la “compasión” ante el sufrimiento físico o moral del enfermo, afirmando que, en estos casos, acelerar o producir la muerte es una obra de piedad. En primer lugar hay que decir que el sufrimiento es ciertamente un mal, pero no es un moral absoluto; al contrario, el sufrimiento aceptado puede tener un valor positivo para la afirmación de la personalidad humana. Platón afirma que la vida de la sabiduría consiste en ejercitarse en la muerte, y el propio Epicuro dice que puede ser indigno del hombre en ocasiones rechazar el dolor. Esto que es válido a lo largo de la vida, como lo corroboran tantas personas que sin el sufrimiento no habrían adquirido la fortaleza de ánimo que poseen, no tiene por qué no serlo en la fase terminal de la vida, y el dolor puede ayudar a llegar dignamente a la muerte. Pero, en segundo lugar, es más que verosímil sospechar que tras la “compasión” invocada puede encontrarse el propósito egoísta de liberarse de las molestias que ocasiona el enfermo o simplemente el viejo. De hecho, en los países en los que está legalizada la eutanasia voluntaria son frecuentes los casos en los que se ha causado la muerte sin el consentimiento del enfermo e incluso en contra de su voluntad, lo que crea un estado de angustia entre la gente de avanzada edad por el temor de que, en cualquier momento, puedan ser eliminadas para evitar las molestias que ocasionan a su alrededor.

Puedo dar testimonio de personas que, en situaciones peores que las que a veces reclaman la muerte, viven su deteriorada vida con sentido positivo, porque se ven rodeados de cariñosa ayuda. Y es que, casi siempre, las invocaciones a la muerte, cuando se producen, son en realidad peticiones angustiosas de asistencia y afecto. Éste es el verdadero enfoque de la eutanasia: superar el egoísmo, para proporcionar al enfermo terminal, junto con los cuidados físicos, compañía y simpatía –“sentir con”- para conducirle a una muerte natural digna”.