El ataque al núcleo de lo humano no podrá perdurar

Pienso que la profesión política debe luchar por ser un servicio al bien común basado en la realidad de las cosas, en su naturaleza y ecología. De no ser así acaba desvirtuándose y provocando graves daños, como nos enseña la historia múltiples veces. La futura nueva ley del aborto española quiere hacer de la eliminación de la vida del nonato, con plazos y condiciones, un derecho expresado jurídicamente. Hasta tal punto lo considera así el gobierno que el derecho a abortar es para nuestro ejecutivo algo irrenunciable, un dogma para una política que se convierte en una especie de anti-religión. Esto se entiende mejor cuando reiteradamente tachan de exclusivamente religiosa cualquier defensa de la vida del ser humano no nacido. Lo mismo ocurrió -entre otros temas- con la ley de "matrimonios homosexuales" y con la ley que ya permite la explotación de embriones humanos. Nuestro gobierno está tan ideologizado que pretende arrancar de cuajo la libertad de la naturaleza humana. Así, tal libertad -la suya- se convierte en un látigo del poder para los que no piensen como ellos. Con importantes medios de comunicación a su favor y con una enseñanza juvenil ofuscadamente endeble consiguen que parte de la población crean las enseñanzas gubernamentales. Su empeño por ejercer el ostracismo de Dios en la vida pública para "salvar" la democracia de cualquier tufo de cesaropapismo termina en un antihumanismo que tiene bastante de autoritario. Pero un sistema impuesto con una total falta de realismo -vease un nonato malogrado- no puede perdurar. Todo esto no pretende negar al gobierno su dedicación honrada y justa a múltiples cuestiones de bienestar social, entre las que destaca el empeño por erradicar la odiosa y vil violencia contra las mujeres. Sin embargo, cuando un gobierno ataca de modo tan frontal la fuente de lo más incondicionalmente humano -papá,mamá- pone las bases de su propia eliminación.


José Ignacio Moreno Iturralde