La fuerza de los demás
Para tener una vida buena hace falta una recia política: colgar en el perchero los problemas profesionales cuando uno llega a casa, para estar en las cosas de nuestra familia. Colgar en otro perchero otros problemas –que no puedan solucionarse ahora- al llegar al trabajo profesional y hacer una labor esforzada y útil para otros; en esta vida nuestra que pasa rápida. Siempre hay un perchero donde dejar el sombrero de nuestras preocupaciones. Aunque la verdad es que últimamente mujeres y hombres usan poco el sombrero. A lo mejor es que con la dinámica de preocuparse de los demás los sombreros incluso se evaporan. No es tarea nada fácil pero hay personas que lo hacen muy bien: desde luego es un ejemplo para quitarse el sombrero y, si fuera posible, mandarlo definitivamente a la porra.
Sería bonito plantear la vida como un hermoso viaje en globo donde se divisaran hermosos paisajes; pero las cosas no suelen ser así. Me parece que la vida tiene mucho mas que ver con un despegue de un cohete espacial donde hay que poner bastante esfuerzo para vencer la fuerza gravitatoria y ganar altura. El factor clave “los demás” tiene bastantes parecidos a superar la propia atmósfera. Este ejemplo puede dar vértigo como también puede darlo el decidirse a emprender la vida con las nuevas coordenadas de las que estamos hablando. Pero pronto se disfrutan de paisajes mucho más grandiosos que los del globo y se pasa el mareo: todo está en empezar y continuar, poco a poco. Claro está que en esta aventura hay momentos de diversión: barbacoas y muy cordiales fiestas con familiares y amigos; pero no sé me ocurre como situarlas en el ejemplo del cohete.
Los demás no siempre corresponden; igual que nos pasa a cada uno de los hijos de Adán. Así las cosas habrá que buscar un Nuevo Adán que recupere el sentido familiar del mundo: un sentido que atraviesa el nervio del alma humana, se quiera o no. De aquí surge el deslumbrante fenómeno de la alegría que acontece, muchas veces, como un hallazgo inesperado. El sentido del humor –modesto paje de la alegría- es un excelente amortiguador del ánimo cuando, en estas bregas, uno se viene abajo por enésima vez. El buen humor, incluso con poca salud, desdramatiza el vuelo del cohete porque a cierta altura todo se ve más simpático.
La lógica de los demás tiene algo de la alegría y la recia sencillez de los pueblos blancos de Andalucía. Se trata de una estrategia inteligente que rejuvenece la personalidad. Además restaura y da esplendor a la identidad propia. La lógica de los demás es –así, sin anestesia- la lógica de la resurrección.
Estos planteamientos no excluyen la posibilidad de ser millonarios en este mundo; incluso pueden favorecerla –lástima que no se dieran cuenta los financieros de visión corta que nos han metido en un problemón mundial-. Pero, en cualquier caso, el fomento de la lógica de los demás, de esta “dimensión trinitaria” de nuestra persona, puede hacernos ricos en amigos; una riqueza muy valiosa.
José Ignacio Moreno Iturralde
Sería bonito plantear la vida como un hermoso viaje en globo donde se divisaran hermosos paisajes; pero las cosas no suelen ser así. Me parece que la vida tiene mucho mas que ver con un despegue de un cohete espacial donde hay que poner bastante esfuerzo para vencer la fuerza gravitatoria y ganar altura. El factor clave “los demás” tiene bastantes parecidos a superar la propia atmósfera. Este ejemplo puede dar vértigo como también puede darlo el decidirse a emprender la vida con las nuevas coordenadas de las que estamos hablando. Pero pronto se disfrutan de paisajes mucho más grandiosos que los del globo y se pasa el mareo: todo está en empezar y continuar, poco a poco. Claro está que en esta aventura hay momentos de diversión: barbacoas y muy cordiales fiestas con familiares y amigos; pero no sé me ocurre como situarlas en el ejemplo del cohete.
Los demás no siempre corresponden; igual que nos pasa a cada uno de los hijos de Adán. Así las cosas habrá que buscar un Nuevo Adán que recupere el sentido familiar del mundo: un sentido que atraviesa el nervio del alma humana, se quiera o no. De aquí surge el deslumbrante fenómeno de la alegría que acontece, muchas veces, como un hallazgo inesperado. El sentido del humor –modesto paje de la alegría- es un excelente amortiguador del ánimo cuando, en estas bregas, uno se viene abajo por enésima vez. El buen humor, incluso con poca salud, desdramatiza el vuelo del cohete porque a cierta altura todo se ve más simpático.
La lógica de los demás tiene algo de la alegría y la recia sencillez de los pueblos blancos de Andalucía. Se trata de una estrategia inteligente que rejuvenece la personalidad. Además restaura y da esplendor a la identidad propia. La lógica de los demás es –así, sin anestesia- la lógica de la resurrección.
Estos planteamientos no excluyen la posibilidad de ser millonarios en este mundo; incluso pueden favorecerla –lástima que no se dieran cuenta los financieros de visión corta que nos han metido en un problemón mundial-. Pero, en cualquier caso, el fomento de la lógica de los demás, de esta “dimensión trinitaria” de nuestra persona, puede hacernos ricos en amigos; una riqueza muy valiosa.
José Ignacio Moreno Iturralde
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Home