Dignidad humana

17.5.09

El factor "tres"

La persona dialoga consigo misma, es racional. El problema está en que, como apuntábamos antes, si autodialoga demasiado, acaba loca -como una lavadora que no pudiera parar-. El ser humano necesita dialogar con los demás en un clima de sintonía que es al que tiende su propio espíritu. Al reflejarse en los demás no se pierde, se gana. El número dos –filosofando de una manera algo juguetona- puede ser apropiado para designar el doble aspecto de cuerpo y espíritu en la unidad de la persona. El espíritu es el factor que lanza al ser humano a su relación con los semejantes. A esta relación podemos aventurarnos a llamarla, según el Doctor Ruiz Retegui, el número tres antropológico: una realidad “trinitaria” que cuando se vive con amor supone una cierta participación en lo divino. El amor vuelve a demostrar su rostro interpersonal.

Se ha comparado la tristeza a un bosque sin pájaros. El gorgoteo simpático de estos compañeros con alas es más importante de lo que parece. Suelen estar muy a gusto consigo mismos estas bandadas alegres, aunque en ocasiones haya recios picotazos. Ocurre con frecuencia en el ámbito familiar y, a veces en el trabajo, que uno está muy a gusto con los demás. Estas gratas situaciones conllevan esfuerzo personal, sacrificio por los demás, saber valorar los puntos positivos da cada uno, aprender a corregir y saber ser corregido. Cuando se llega a estos estados de convivencia el buen humor salta con el mismo desparpajo que los trinos de un ruiseñor.


José Ignacio Moreno Iturralde