Dignidad humana

18.1.09

Tomismo y juventud-I

¿Qué puede ofrecerle un dominico de siglo XIII a un joven del siglo XXI? Parece una cuestión no muy fácil de responder sin que llegue a ser un enigma absoluto como el de ¿por qué los toreros no llevan bigote? Vamos pues a torear la primera cuestión sobre Tomás de Aquino.

¿Era Tomás de Aquino guapo, divertido, un “crak”? Eudaldo Forment, uno de sus más ilustres biógrafos, insiste en su buena presencia: Tomás era un hombre grande, fuerte y rubio. De temperamento reservado no se prestaba a hablar mucho. Por estos motivos sus compañeros de estudios le apodaban el “buey mudo de Sicilia”. Era italiano, de Nápoles, pero su estilo de vida no le permitía estar a la última en moda. Sin embargo fue una persona, un joven y un adulto, intensamente feliz. Su inteligencia era inmensa. Tenía en la cabeza una especie de bomba atómica mental y por esto su doctrina es una central nuclear de luz que ha iluminado a occidente y al mundo entero hasta nuestros días.

Su familia era de alta alcurnia. Cuentan que el pequeño Tomás, con cuatro años, andaba por los pasillos de su casa repitiendo:”¿Quid est Deus?”¿Quién es Dios? Poco antes de la muerte de Tomás –con 49 años-, el sacerdote que atendió al eminente y reconocido sabio comentó lacónicamente:”Ha sido la confesión de un niño”.


José Ignacio Moreno Iturralde