28.XII: Una visita a la clínica abortista
Ayer, 28-XII, hice con unos amigos una visita de protesta a una nueva clínica abortista puesta en el centro de Madrid. Entré en la clínica y les dije, con la máxima educación, que lo que hacían allí me parecía una barbaridad. Les comenté que cómo era posible que inyectaran en el corazón una inyección letal a los niños. En este momento el tono de la recepcionista cambió: Me dijo, alzando la voz, que "eso es mentira". Le comenté que había salido en la prensa con motivo del reportaje de unos periodistas daneses que hicieron a la clínica barcelonesa del mismo grupo. Reiteró que eso era mentira.Alñadió, más o menos:"Lo que no se puede es tener ni puta idea de lo que es un aborto y venir a opinar. aquí vienen pobres niñas embarazadas con doce años, otras con fetos con malformaciones". Quise replicar y decirle que la juventud de la madre o las malformaciones no hacían que ese ser ejecutado dejara de ser humano; pero no pude. Otra persona de la clínica me invitó amablemente a que saliera y les dejara trabajar. Así lo hice. Después me pareció recordar que lo de la inyección en el corazón del bebé lo explicaban los propios abortistas de barcelona a los periodistas camuflados.
Llegó la policía. Hablé con el jefe de ellos. Me escuchó con educación y paciencia. Le expliqué mi opinión sobre lo que hacían en esa clínica. Me dijo que como policía twnía que proteger a todo el mundo. A todo esto estabamos unas doce personas con pancartas y unos músicos, sin el menor atisbo de violencia. Le dije respetuosamente al policía si consideraba-aunque esto no fuera igual- que los policías de Aüschwitz hacían bien cumpliendo su misión. A esto no me respondió. Simplemente dijo que dejáramos transitar por la cera.
Una vecina jóven estaba indignada y nos pedía opinión sobre qué hacer; se le revolvían las tripas de vivir al lado de una clínica abortista. Le dijimos que ya estaba haciendo algo acudiendo alli. Le sugerimos que varios vecinos pusieran pancartas en las ventanas de protesta y llamaran a la prensa.
Tras una hora yo me fuí. Entre otros estaban Jesús Poveda, la persona que más ha hecho por la defensa de la vida del no nacido desde la legalización del aborto en 1985. Como siempre optimista y animoso.
Nada parece que hayamos conseguido iendo allí. Pero no es imposible que alguien que fuera abortar ese día no lo hiciera al fijarse en nuestras pancartas. Una de ellas decía: "Un aborto es un niño que sufre y una madre que llora". Tal vez, sin nosotros saberlo, dentro de unos meses nazca un niño porque estuvimos allí.
José Ignacio Moreno Iturralde
Llegó la policía. Hablé con el jefe de ellos. Me escuchó con educación y paciencia. Le expliqué mi opinión sobre lo que hacían en esa clínica. Me dijo que como policía twnía que proteger a todo el mundo. A todo esto estabamos unas doce personas con pancartas y unos músicos, sin el menor atisbo de violencia. Le dije respetuosamente al policía si consideraba-aunque esto no fuera igual- que los policías de Aüschwitz hacían bien cumpliendo su misión. A esto no me respondió. Simplemente dijo que dejáramos transitar por la cera.
Una vecina jóven estaba indignada y nos pedía opinión sobre qué hacer; se le revolvían las tripas de vivir al lado de una clínica abortista. Le dijimos que ya estaba haciendo algo acudiendo alli. Le sugerimos que varios vecinos pusieran pancartas en las ventanas de protesta y llamaran a la prensa.
Tras una hora yo me fuí. Entre otros estaban Jesús Poveda, la persona que más ha hecho por la defensa de la vida del no nacido desde la legalización del aborto en 1985. Como siempre optimista y animoso.
Nada parece que hayamos conseguido iendo allí. Pero no es imposible que alguien que fuera abortar ese día no lo hiciera al fijarse en nuestras pancartas. Una de ellas decía: "Un aborto es un niño que sufre y una madre que llora". Tal vez, sin nosotros saberlo, dentro de unos meses nazca un niño porque estuvimos allí.
José Ignacio Moreno Iturralde
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