Destrucción de embriones y aborto
Destruir embriones para investigar o abortar: ¿qué es más inmoral?
[[1]
Richard Stith, JD, PhD, es
profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valparaíso en el Estado
de Indiana, EE.UU.
http://www.forumlibertas.com/, 25 de octubre de 2006
El aborto es inmoral, pero tiene una dimensión humana; la investigación
que destruye embriones en cambio es deshumanizadora y cosificadora.
Varios políticos prominentes de EEUU que están en contra del aborto, incluyendo a Orrin Hatch y Bill Frist, se unieron a la mayoría del Senado para apoyar la
financiación pública para investigar con células estaminales embrionarias.A un observador casual le parecería que los argumentos en contra del aborto son
más sólidos que aquellos en contra de la ya mencionada financiación. Esa
conclusión, sin embargo, está equivocada. Financiar investigaciones que implican
destruir embriones humanos es, de hecho, peor que el aborto legalAlgunos no estarían de acuerdo. Dirían que la identidad contínua de un ser humano en desarrollo implica que la investigación de embriones no puede ser mejor o peor
que el aborto. Pero eso no es verdad.
Los políticos se equivocan cuando dicen que dicha investigación no es tan mala como el aborto, pero también se equivocan cuando aseguran que está mal decir que es peor que el aborto.El argumento de estos políticos dice así: “Todas las etapas de la vida son etapas
del mismo ser humano. Cada uno de nosotros fue una vez un embrión humano. Cada
uno de nosotros es simplemente un embrión humano que ha crecido. Y hemos estado vivos todo el tiempo que hemos estado creciendo y desarrollándonos –esto es,
desde la fertilización. Si a uno de nosotros nos hubieran matado en cualquier
momento antes de nacer, se hubiera perdido una vida humana. Por consiguiente, el
aborto y la investigación letal de embriones son igualmente malas”.Otros podrían decir que, si hay alguna diferencia, el aborto es el peor de los dos.
Porque el aborto involucra no sólo la matanza de un ser humano, sino también el
traicionarlo. Efectivamente, en el caso del aborto, los padres destruyen a una
criatura no nacida que les ha sido confiada, que depende de ellos, una criatura
a quien ellos tienen el deber moral de criar.En contraste con ello, el científico que experimenta con un embrión no está perjudicando a su propia prole. Le causa daño a una vida, pero no necesariamente a la familia. De manera que, ¿cómo puede alguien decir que la investigación de embriones es peor? Examinemos la cuestión con más detenimiento.
Una mujer que elija el aborto no necesariamente está completamente en contra de la vida. Usualmente no desea el aborto con todo su corazón, sino que está sobrecogida por la desesperación y el pánico.
A menudo sufre, o cree que va a sufrir, el
abandono o el maltrato por parte de aquellos en quienes ha confiado. Aún en el
caso de que sus temores no sean tan grandes como para eximirla de culpabilidad,
ella no es, en el sentido pleno de la palabra, la enemiga de su criatura no
nacida.Incluso, puede que le pese profundamente llevar a cabo algo hacia lo
cual siente que la están empujando. Si las circunstancias fueran mejores, si
contara con más apoyo, dejaría vivir a su hijo no nacido.
El que practica el aborto, desde luego, no está bajo esa presión. Las circunstancias no
lo empujan a practicar abortos. Sin embargo, en cierto sentido, el abortero
también está en contra de la vida de forma circunstancial. Practica abortos sólo
porque sus clientes se lo piden.En contraste con ello, y para encontrar terapias futuras, el científico que solicita el financiamiento público para la investigación de células estaminales embrionarias, está dispuesto a destruir vidas humanas y a convencer a los contribuyentes de que subsidien dicha investigación.
Su letal objetivo no es circunstancial en el sentido de
“si hubiera otra manera de encontrar la cura” no ocurriría la matanza de
embriones. Porque, de hecho, sí hay otra manera más directa de encontrar la
cura: a través de las células estaminales de adultos. Aquellos que quieren
dedicarse a la investigación de embriones exigen que el público les financie una
labor que va a tomar más tiempo y que es más incierta.Además, casi todos los abortos tienen por objeto evitar “un niño no deseado”. Desde luego, ello contradice profundamente el deber de los padres de cuidar a sus hijos, como ya ha sido mencionado. Pero, paradójicamente, el aborto reafirma el mismo vínculo entre padres e hijos que traiciona.
El feto no es querido precisamente como el hijo que eventualmente los padres deben cuidar. Éstos temen y rechazan a la criatura porque ella es su propia prole. Porque es su hijo, sienten el deber de cuidarlo, si llega a vivir. Por consiguiente, para escapar de este deber, la criatura, según ellos, debe morir. En la realización misma del aborto están reconociendo su relación y obligación paternales. Ahí se encuentra la tragedia
del aborto.En cambio, la investigación de embriones es totalmente
deshumanizante. Cuando los padres entregan a la ciencia los embriones vivientes
que ellos han concebido, no sólo están olvidando que son sus hijos, sino también
los están convirtiendo en una mercancía, los están donando para que
eventualmente se conviertan en piezas de repuesto
Los embriones se convierten en algo puramente instrumental, se convierten en objetos de cálculo y de consumo. Son degradados antes de ser destruidos.
Como en el caso de los embriones humanos que han sido creados por medio de la clonación, estas criaturas no nacidas no mueren como hijos no deseados, ni siquiera como seres humanos, sino como cosas para ser usadas y consumidas. No existe peor negación de la dignidad humana.Por último, la investigación de células estaminales
embrionarias que recibe financiación de los contribuyentes es peor que el aborto
legal para nuestra comunidad.La legalización del aborto no es exactamente
lo mismo que el deseo de abortar. Es lógicamente posible que una legislación,
aún siendo algo injusto, sea al mismo tiempo anti-aborto y “pro-opción”, de la
misma manera que una vez la gente fue anti-apartheid y, sin embargo, lo permitía
diciendo que había que respetar la soberanía de Sudáfrica.
En contraste con ello, nadie que esté a favor del financimiento público de la investigación de células estaminales embrionarias puede decir: “No estoy a favor de que se mate a embriones humanos; simplemente estoy a favor del derecho a decidir”.Esos legisladores quieren que se manipule a embriones humanos, para
extraerles las células estaminales. En estados como California y Nueva Jersey,
donde la extracción de células estaminales embrionarias recibe financiamiento
público; no se puede decir, ni siquiera eufemísticamente, que la ley es
“pro-opción”.
Aún en el caso del financiamiento público del aborto, el
gobierno no insiste en que se mate a los niños no nacidos. Ningún funcionario se
enoja si los fondos públicos que se habían destinado previamente para subsidiar
el aborto no se llegan a utilizar, debido a que las mujeres han elegido
libremente dar a luz a sus hijos.La financiación pública de la investigación de células estaminales embrionarias, en cambio, utilizara el dinero de los contribuyentes para pagarles a las mujeres, para que aborten a sus hijos, como parte de experimentos científicos, cuyo fin es obtener terapias inciertas en un futuro también incierto.
[1] Publicado originalmente en Ethics &
Medics, volumen 39, no. 9; septiembre 2006.
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