Dignidad humana y autoerotismo
La política educativa del actual gobierno tiene una conocida orientación de fomentar en la juventud una cierta autonomía sexual; resultando chocante que un poder público incida tanto sobre un tema tan privado, tratándose del ministerio de un gobierno democrático. Una cuestión concreta es la muy posible promoción del autoerotismo, dentro de la llamada asignatura de ciudadanía que será impuesta en todos los cursos escolares. Quisiera recordar al respecto a Wittgenstein, pensador de reconocido prestigio en el siglo XX, y personalmente de tendencia homosexual, quien afirmaba que el hombre no puede convertirse a sí mismo en objeto de satisfacción del instinto. Es decir: el cuerpo no es un objeto, sino el organismo de la persona. Aclaremos la cuestión con un ejemplo: sentir placer al comer es bueno; pero el placer como fin en sí mismo nos trae el desagradable recuerdo de los vomitorios romanos. En el autoerotismo no hay conexión con la orientación biológica de la función sexual. Por este motivo los jóvenes sexoadictos son propensos a generarse problemas psicológicos obsesivos y conductas de riesgo para la salud. Desde un punto de vista de ecología humana es mucho más responsable una conducta que prime el autocontrol, la autoestima y cierta templanza, encaminadas a formar personas libres y estables con capacidad de solidaridad, valentía y amor. Pienso, como profesor, que el Estado debería ser más cuidadoso en temas tan personales, donde el papel de los padres es inconvenientemente olvidado, máxime cuando parecen enseñarse unas ideas contrarias a la dignidad humana y a la salud pública.
José Ignacio Moreno Iturralde
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