Desde el huevo frito a Dios
Parto de unas ideas del joven profesor español Enrique Alarcón para poner un ejemplo que considero de interés en nuestra sociedad. Si voy a comer puedo pensar si pido, o no, un huevo frito. Desde luego no se me ocurrirá pedir un "no huevo frito". Es decir: no existen los opuestos totales de las realidades materiales. Éstos sólo se dan en la mente humana, gracias a que es inmaterial. Si es inmaterial no se puede corromper y, por tanto, es inmortal. Nuestra mente –íntimamente unida a nuestro cuerpo- es evidente que ha tenido un comienzo en el tiempo. Su origen, por lo que hemos dicho antes, no puede reducirse a los gametos materiales de nuestros padres. Tiene que provenir de un espíritu que, a diferencia nuestra, no tenga un comienzo en el tiempo, y éste es al que muchos llaman Dios. Este razonamiento, un tanto castizo, es tan laical como un huevo frito.
José Ignacio Moreno Iturralde
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