Dignidad humana

14.5.07

La fuerza de la familia

A la hora de entender la historia, la familia –la unión estable y abierta a la vida entre un hombre y una mujer- no parece jugar un papel primordial a primera vista. No es así: La familia natural, en su aparente fragilidad, se demuestra como el baluarte más inexpugnable de las mejores sociedades. Múltiples dictadores, de un signo o de otro, han demostrado una peculiar inquina e indecencia al pretender atacar la identidad de la familia. El hogar familiar, ese lugar incómodo, esa bandera discutida, se ha comprobado y se comprueba como la mejor de las patrias y la más bella de todas las causas humanas. La persona es un ser familiar. Atacar a la familia es atacar a la humanidad y atacarse a sí mismo. La familia no es una convención, es una necesidad biológica y moral. La situación actual, especialmente confusa al respecto, llega al punto de que la opinión que sostengo podría ser injustamente denunciada por vía penal, llegándose a negar en una democracia retorcida hasta la libertad depensamiento. Pero a río revuelto, ganancia de pescadores. Apostar por la familia, con todos los riesgos de nuestra condición humana, es apostar por el presente y por el futuro. Ocurre así porque la familia es el lugar privilegiado para que el ser humano se supere a sí mismo con la ayuda de los demás. Se trata del núcleo de donde surge la dignidad incondicionada de todo ser humano. El Estado de justicia y progreso debe reconocer y ayudar a aquello que lo sustenta: la familia.

José Ignacio Moreno Iturralde

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