Dignidad humana

1.10.06

Familia, educación y futuro

El futuro de la educación está en la familia; no hay que ser un lince para darse cuenta. Sentada esta base, podemos decir que el futuro de la familia está en la educación. Una educación que expanda las capacidades humanas, vertebradas y modeladas en la familia. Por esto sólo es posible un futuro digno desde la familia y la educación.

Si se llama a cualquier relación humana familia no sólo se resiente la familia sino la educación. Deja de existir un futuro con panorámicas abiertas por el mismo motivo que escasean los pijamas celestes de los niños.

El futuro está ya en el presente, donde también está, de algún modo, el pasado. La historia de la humanidad ha considerado siempre que la familia es la causa por la que merece la pena vivir y enseñar. Hoy se pone en tela de juicio esta realidad perenne. Se pierden los puntos cardinales y reina la confusión. Si un empacho de pedante y rancio relativismo ve a la familia como un norte superado no hay educación posible.

Podemos considerar a los pulmones conservadores por respirar o a los oídos casposos por escuchar, pero a costa de dejar de ser nosotros mismos. La aceptación de lo que somos es la condición necesaria y gozosa para progresar; para progresar enseñando. Para enseñar no a nosotros mismos, sino al cosmos. La batalla no está perdida ni lo puede estar porque la aventura hacia ninguna parte es siempre pasajera. La vida es más grande que nosotros mismos porque no la hemos creado. Este consustancial e innato sentido común prevalecerá. Lo lastimoso es las pérdidas de orientación de tantos por la falta de inteligencia y de honradez de algunos.

Cuando el Estado se equivoca la familia puede resistir; lo ha hecho hasta ahora. Todos los tiranos del mundo han tenido hasta la fecha un enemigo imbatible: la familia. Y esto ocurre porque la familia es condición humana. Cada época debe renovar esta verdad de la historia con creatividad y riesgo. Hoy, el asociacionismo familiar es ya una realidad que está plantando cara a estructuras de poder poderosas pero con pies de barro. Es un asociacionismo justo pues sólo quiere lo que es suyo: la inalienable entidad familiar y su derecho a la libre educación de sus hijos para crear un futuro de libertad.


José Ignacio Moreno Iturralde